Para amarte ( y IV )
Sí, el amanecer es soledad,
enrojecido abrigo donde refugiar una mirada.
Tengo el abandono como cadena impensable
que deja fluctuar su sonido metálico entre las baldosas de la habitación
y señala que mis huellas ya no conducen a donde ella reposa,
tan sólo hay una branza que me une y que me ata,
un deseo perenne para mi y pasajero para ella,
pues ya sé que en cada puerto que descansa
su cuerpo busca a alguien que le recuerde a mi.
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