El nacimiento de una caricia
En el transcurso de la tarde el día se hace largo.
El estío siembra el día de tardes interminables
y uno crece al ritmo de las cosas, poco a poco,
como las sombras que el sol va germinando en un muro.
Puede ser todo tan sencillo,
tener las manos vacías
y en sus surcos arremolinarse las caricias,
y allí otorgárselas a un gato, a un perro, a un niño,
quizás al amor inesperado,
tal vez al de toda tu vida,
y en los silencios que nacen escribir palabras.
Quebradas y onduladas,
deshacen la placidez de agua
y retornan con su eco a las manos,
como si el mensaje fuera para ti mismo,
pero tú siguieras preguntándolo al viento.
Aún así, debajo de un gran níspero,
la tarde se hace larga
y el viento te trae canciones y murmullos,
que siempre te estremecen y deseas dar un abrazo,
una caricia a un gato, a un perro, a un niño,
a un amor inesperado, al amor de toda tu vida.
6 comentarios
Fernando -
Comandante V. -
Fernando -
indianing -
Fernando -
MV -