Blogia
fernandosarria

Rodéame

 

Rodéame con tu cuerpo,

que tu piel con mi piel se fundan,

que tus manos recorran mis sueños

y tus pies se hagan cálidos

como gatos entregados.

Cúbreme con la luz de tus ojos

y cántame con tu voz

la canción que el océano

trae en el nácar de las caracolas.

Ámame en esta noche

sierva de un viento oscuro,

en esta noche sin lunas ardientes

ni miradas desnudas,

sólo tú y yo albergando

como crisoles

los últimos racimos del sol.

Eternamente solos,

abandonados

al placer de los silencios.

 

 

13 comentarios

Fernando -

Gracias amiga..ya te echaba de menos con esa gran emotividad que tienes...un beso.

aylandara -

Hay silencios compartidos que resultan tan placenteros que excitan por sí solos.
Un silencio entre sábanas, privilegio de la remembranza.

Cuánto inspiras!!!
Un abrazo

Fernando -

Pero eso es porque como dice Magda es un poco erótico...de todas maneras me encanta que te guste..lo hice ayer mismo.

Antonio -

Yo también he escuchado a Silvio esta mañana: Me he traido sus discos a la oficina...

"Rodéame" es uno de los poemas tuyos que más me gusta.

Fernando -

;);)...pues que te aproveche bien...estoy escuchando al último Silvio..un abrazo amigo.

Antonio -

Estoy haciendo todo lo posible por volver a Zuera.
Acabo de cometer un delito:
¡Te he robado este poema!
¡Un abrazo!

Fernando -

;);)..el erotismo con sentimiento es casi siempre hermoso...gracias Magda por tus palabras...un beso.

Fernando -

Gracias Luna, sabes que siempre estoy aquí para darte mis palabras y mis silencios...besos.

Magda -

Vaya, Fernando, cuando desborde de erotismo y sentimiento ¡bello!

lunarroja -

Las palabras que acarician son las tuyas, Fernando.
Hoý más que nunca. Y también mejor que nunca. Cosas mías...

Fernando -

Adoro la amistad de vuestros ojos y el cálido abrazo de las palabras que en tinta imborrable dejáis en estas páginas...gracias por vuestro apoyo.

M.M -

Así son hermosos hasta los silencios que disfruto en el eco vacío de mis propias sensaciones...

Ybris -

¿Cómo puede un cuerpo rodear a otro sino apelando a la soledad del placer de los silencios?
Quizás la calidez, la luz, el canto, el viento oscuro, los últimos racimos del sol dorado...
Quizás todo ello sea el antídoto contra la perversa impenetrabilidad de los cuerpos.

Gracias por tus versos fecundos en la ansiosa madrugada.

Un fuerte abrazo.