Aunque ésto no es poesía....
Integración, ¿que integración? (Lamima)
Esta semana comienza el colegio también para Ainhoa.
Para cualquier niño es un momento muy importante: en el caso de un niño con una discapacidad creo que no es difícil comprender que lo es todavía más, así que hemos intentado poner el máximo cuidado para que todo vaya sobre ruedas (ya hablé de ello aquí y aquí) y para que su incorporación sea lo más fácil y adecuada posible.
Durante el curso pasado, y por recomendación del Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS), Ainhoa asistió a una Escuela Infantil Municipal con una plaza de integración valorada por ese organismo.
A lo largo de esos nueve meses hubo un seguimiento de su adaptación y un trabajo estupendo para identificar sus necesidades específicas por parte del Equipo de Atención Temprana 1 del Departamento de Educación de DGA.
De todo ese trabajo, en el que me permitieron colaborar de forma muy activa, surgió un informe psicopedagógico en el que se detalla minuciosamente como es y como está mi hija y cuya conclusión es clara: en base a su diagnóstico médico y a los resultados de su evaluación, se recomienda su escolarización en la modalidad de integración durante el curso 2007/2008 con las recomendaciones de apoyos personales y materiales oportunas, que son convenientemente detalladas en el mismo.
Con este documento en la mano y con el aviso expreso a un centro público de Educación Especial en el que realizan también adaptaciones externas de equipamientos (no olvidemos que Ainhoa es muy pequeñita: necesita de forma imprescindible, sobre todo para su autonomía, unas adaptaciones mínimas en su silla y en el cuarto de baño) andaba yo, allá por el mes de mayo, completamente segura de que su incorporación a la escuela iba a ser un éxito e, incluso, que estábamos facilitando la tarea al colegio.Eso sí, como conozco el centro (mi hijo mayor estudia allí) y sus particularidades, creí oportuno advertir, ya en junio, al director que convendría que tuviesen el cuidado de colocarla en una clase que fuese a tener (al menos previsiblemente, claro) el mismo maestro/a durante todo el ciclo de primaria. De todos es sabido la importancia y los beneficios que para un niño tiene esa continuidad: no es difícil comprender que aún más en el caso de un niño con discapacidad que tiene unas necesidades educativas especiales. Ainhoa necesita la misma maestra en Infantil todo el tiempo porque es una ayuda notable para afirmar su seguridad, su confianza, su bienestar con el grupo. Entiendo pues que menos que ningún otro niño tiene que estar sujeta a los vaivenes de los cambios en esa figura fundamental
En su centro hay cuatro aulas en 1º de infantil y tres de ellas tienen profesora con plaza fija: yo sabía ya entonces que para ese curso solo había dos niñas con plaza de integración y no me parecía descabellada, ni mucho menos inapropiada, esta prudencia. (Mi hijo tuvo 5 profesoras diferentes en ese ciclo. Mala suerte). Desde luego era totalmente factible, o al menos eso pensaba yo.
Me permití incluso la libertad de advertirles que, en lo que respecta a las adaptaciones escolares, tuviesen en cuenta que la otra plaza de integración necesitaba exactamente lo mismo que Ainhoa: una sillita conveniente y un baño que poder utilizar a pesar de su baja estatura (por circunstancias que no vienen al caso yo tenía alguna información de las necesidades de la otra niña). Me pareció incluso una suerte que ese esfuerzo de acondicionar un baño sirviese a más de un niño y así se lo hice saber al orientador del centro en una reunión general de padres que convocó el colegio a finales de junio.
Bueno, pues ha llegado septiembre, y el martes día 11 mi hija comenzará su escolarización en la única aula de su ciclo que no tiene profesora fija asignada, sin silla adaptada, sin baño adaptado y separada por un largo pasillo de la otra niña que lo necesita y con la que podría compartirlo.
Su profesora, la interina, fue informada de la naturaleza de la integración de la que debía hacerse cargo el martes día 4 cuando yo personalmente le di un folleto que la Fundación Alpe nos hizo llegar para entregar en los colegios.
El jueves pasado, en la cita para entregar material, estuve más de media hora charlando con ella y poniéndola en antecedentes sobre las circunstancias y necesidades específicas de un niño como mi hija y creo que al final de ese día le pudo llegar por el "conducto reglamentario" el informe del que os he hablado. Justos; no sé a qué estaban esperando.
Creo que queda bastante claro el motivo de mi disgusto que, por cierto, es doble.
Por un lado la falta de sensibilidad y atención por parte del colegio: nadie se ha interesado por conocer las necesidades de cada niño que acude al colegio con una plaza de integración ¡incluso estando claramente identificadas! (demonios: además nos conocen perfectamente. Tienen nuestro teléfono: ¿era tan complicado llamarnos? ¿acaso no es conveniente conocer el informe que ha valorado esa plaza como "de integración" para tener en cuenta sus circunstancias?, entonces ¿para que ese informe?... Se ha hecho el reparto de los grupos sin atender a las necesidades de estas dos niñas y, en esa ignorancia, se las ha ubicado de la peor forma posible. No me parece profesional, ni adecuado.
¿Esto es siempre así?, porque, como dice el dicho, para este viaje no hacían falta alforjas.
Si se iban a limitar a organizar los grupos por orden alfabético, retocarlos para que no haya mas chicos que chicas o viceversa, procurar que no cumplan los años todos en el mismo mes... y luego que elijan los profesores por orden de antigüedad (es decir de una forma absolutamente subjetiva) no eran necesarios informes, ni advertencias, ni todo ese trabajo previo que nos hemos tomado.
- - No te preocupes Inma, el año que viene yo estaré dispuesto a volver a explicar a su nueva profesora lo que haga falta...
Esto me decía el viernes, por teléfono, el coordinador del centro. ¿Otra vez? ¿por qué si con una vez era suficiente para tres años? ¿volveremos a valorarla?... como contribuyente me ofende despilfarrar de esta manera los recursos.
A este señor le pagan por eso, si, pero ¿por qué ha de explicar lo mismo tres veces si era infinitamente sencillo hacerlo una sola...y basta? Porque lo peor de todo es que, visto el fiasco, costaba muy poco rectificar, mejor dicho: no costaba nada. Pero claro, eso supone reconocer un error... y de eso ni hablar.
Mi conversación con el director, el martes pasado, fue increíble. La pena es que, tonta de mí, no puse en marcha el móvil para grabar íntegra alguna de sus frases: desde luego él sí tomó cumplida nota de alguna de mis observaciones en su agenda (me resulta hasta de mala educación cuando lo pienso)... es lo que tiene tener tablas en esto de las reclamaciones. Yo soy una pardilla.
Según su criterio, y aquí espero poder expresarme evitando todas las tripas que el asunto me merece, soy una madre histérica pretendiendo hacer a mi hija más diferente de lo que es. ¿En que lugar está escrito que una niña con acondroplasia necesite el mismo profesor durante el ciclo de infantil? (¿en el sentido común?, digo yo) y desde luego no entiende de donde me he sacado que una cosa así es positiva para un niño.
La vida es cambio, cosas nuevas me repitió en varias ocasiones y ante mis lágrimas de impotencia se limitó a decirme con tono afectado: ya sé que vuestra familia lo debe estar pasando mal después de "lo de la niña". Me voy a reservar la consideración que me merece esta actitud, máxime en una persona de su posición que no tiene NI IDEA (porque ni se ha molestado en tenerla) de cómo mi familia ha asumido la llegada a casa de Ainhoa.
Según su criterio se actuó de forma correcta y entiende por mi parte muy mala fe si insinúo que las profesoras titulares han querido evitarse problemas, o que se ha hecho la adjudicación sin la atención que el tema merece. Por lo visto no es necesario consultar previamente esos informes de integración. Si hay que tener alguna precaución previa pues ¡sobre la marcha oye!, así se va dilapidando el dinero público sin control.
Claro que hay que entender que se acaban de incorporar: en una semana han de poner todo en marcha y no puede ser... ¿no puede ser?, ¡pues que empiecen antes! ¿no? Parece que a nadie se le ha ocurrido algo así y es lo lógico... ¿o acaso es mejor ir poniendo parches durante el curso a algunos desmanes? En fin, mejor no sigo.
Solo me queda el consuelo de que la maestra (porque esta sí parece una maestra) que le ha tocado parecía interesadísima en colaborar, razonable y con los ojos bien abiertos para aprender. Le di toda la información que pude en ese rato pero no me cabe la menor duda de que seguiremos en contacto y de que pondrá mucho de su parte para que todo funcione (se ofrecía incluso a subirla en brazos a la planta de arriba cuando hiciese falta...)
-¡Ni se te ocurra! le espeté, no seas tú quien la haga más diferente
- Ah, ya te entiendo - me dijo humilde- no se trata de eso. Subiremos todos en el ascensor.
Probablemente haya quien, si ha sido capaz de leer todo este rollo, piense que realmente soy la madre hiperprotectora que el director describía. No lo sé.
Lo cierto es que intento ser objetiva, utilizar el sentido común, y este me dice por el momento que hubiese sido especialmente útil que una profesora estuviese con mi hija, acondroplásica, todo el ciclo de infantil. De esta forma seguramente en un año, por ejemplo, hubiese superado la habitual tendencia a sobreproteger a una niña que, por ser más bajita, parece más pequeña que los demás y hubiese encontrado el límite exacto de las ayudas que necesita,. De esta forma habré de confiar en que las profesoras que le asignen los años posteriores aprendan rápido.
En cuanto a la adaptación del cuarto de baño para estas dos niñas: o adaptan dos inodoros en el colegio, o tendremos a una auxiliar recorriendo todo el día, para atenderlas, el largo pasillo que separa las clases donde las han ubicado (lo que podía haberse evitado fácilmente: hay dos clases muy próximas), sólo por no reconocer que hemos metido la pata. Aunque en este punto me queda la duda de que se ponga remedio: igual era esto lo que el director se estaba apuntando.
Empezamos mal, que diría aquel. Yo peor que mal. Sin dudarlo.
4 comentarios
Fernando -
Diego de Rivas -
Fernando -
Diego de Rivas -