Aunque la noche sólo nos reserve un lugar donde respirar,
entre tus manos el deseo se hace un sendero de caricias abiertas.
Suena la música que trae la brisa altana del mar
y en ella, encendidos versos que humedecen tus labios
y hacen en mi piel un reguero desarmado de luz.
2 comentarios
Fernando -
Lamia -