No romperemos más la noche
No romperemos más la noche
con el hiriente dolor,
ni haremos del fuego del ángaro
jenízaro transeúnte de nuestro silencio.
Sólo quedará en la mañana
la ceniza esparcida por el viento,
barrida por la ausencia y por el tiempo,
y el beso de la soledad en nuestros corazones.
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