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fernandosarria

Recojo la lluvia del otoño

Recojo la lluvia del otoño

y entre mis manos mojadas,

se convierte en violetas,

silenciosas y amables

como tus caricias,

cuando, sin mirarme,

tomas mis dedos y jugueteas en el aire.

Está la tarde con su sombra blanca

inundándolo todo de silenciosos versos

y las huellas son húmedas,

como las lágrimas pacientes de la espera,

y el beso de las hojas al caer

suena en su derramado amor

cuando se posan, entregadas,

en el epitafio de su solitaria agonía.

No tenemos prisa.

En estos días no existe la prisa.

Sólo el quizás impaciente

de nuestros cuerpos,

o el pequeño deleite de saber

que todo esto es un poco intrascendente

y que entre las luces de nuestra casa

sigue ardiendo el fuego y la caricia.

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